28 septiembre 2007

El verdadero final

Me avisaron tarde por la noche mientras me encontraba tirado sobre el sillón, tomando algo con hielo y concentrado en unos discos de tango y jazz que adquirí la semana pasada en una casa de usados y que todavía no había podido escuchar como debía.
Es extraño pero, pese a mi costumbre, solamente dejé que el teléfono sonara dos veces, quizás para poder proseguir con mi tarea musical, o porque sentí el golpe en el pecho como cuando mi intuición me quiere decir algo y no encuentra otra manera de comunicármelo.
Del otro lado de la línea una voz anónima me contaba la noticia con respecto a Nadia.

Colgué el tubo y me dejé caer en el sillón. Antes puse más hielo en el vaso y lo llené de un whisky tan caro como añejo.
Con el primer trago me di cuenta de la realidad del mensaje, de la tragedia impensable.
Con el segundo trago comencé a sentir el dolor de las imágenes que comenzaban a desfilar por mi mente, mientras de fondo se escuchaban las notas de un piano ejecutando con sus teclas negras un viejo y triste jazz. Pero mi tristeza era demasiada y se acentuó aún más con las luces apagadas, con otro nuevo trago, y con los recuerdos colgados en la oscuridad de esta noche sin estrellas.

Nadia había sido mi novia diez años atrás. Fueron tiempos muy lindos y difíciles a la vez, por causa personales y por la ausencia de esa década en nuestras respectivas edades. Nos conocimos por casualidad durante un curso de orientación vocacional. Ella se encontraba dudando de su vocación y yo me encontraba seguro de mi desorientación. Pero cuando nos descubrimos supimos hacia dónde nos orientaríamos, por lo menos en lo que tenía que ver con el corazón.
Después de unas charlas, algunos cigarrillos compartidos, y salidas varias, unimos nuestras vidas hasta el final de los tiempos, sin saber que ese final se encontraba tan cerca en nuestros almanaques.

Sin embargo, el poco tiempo que estuvimos juntos fue maravilloso.
Y recorrimos el mundo sin salir de nuestros barrios.
Y caminábamos tomados de la mano hacia nuestros puntos de encuentros marcados por una plaza en soledad, por el conocido bar de la esquina, por el empedrado parejo e infinito, por las casas de colores, por los caminos de nuestros propios mundos.
Y juntos conocimos el diferente sabor de los mates, el sabor del tequila en tierras no mexicanas, la incomodidad de algunos cines, la traición de los relojes, el color de los cielos según las estaciones, el ardor de las hogueras, el dolor de las lejanías.

Pero algo pasó un día y una carta marcó el adiós que tiempo después dejamos de reconocer.
Nosotros, los de ahora, ya no éramos los mismos, pero no lo supimos hasta aquella fiesta en la que coincidimos.
Y en los jardines de aquel salón nos volvimos a descubrir, después de cinco años eternos.
Y reímos, y gozamos, y hablamos hasta que el dios sol nos encegueció y vos recordaste que estabas de novia y con una (nueva) vida casi armada. Ahí fue cuando nos dimos cuenta que el tiempo entre nosotros había pasado y que hacía media hora que el último de los invitados ya se había retirado.
Nos dijimos un nuevo chau sin palabras y con un beso que rozó parte de nuestros labios.


Eso fue lo último que supe de Nadia hasta ese llamado fatal de anoche.
Y con la mañana marcando el camino me dirigí al lugar indicado para experimentar de un solo golpe cómo es la muerte durante la vida.
Y mientras caminaba hacia tu encuentro iba recordando tantas otras cosas que yo creía estúpidamente olvidadas.
Hasta que llegué a la dirección donde te encontrabas caminando hacia la otra vida.
Y te vi...

Te vi con ese ramo de flores que alguien colocó entre tus manos.

Con esa forma tan particular de tu presencia iluminándolo todo.

Con ese pelo, ahora más claro, que alguna vez me tapó los ojos.

Con esa boca semicerrada, semiabierta, que me siguen diciendo cosas estando en silencio.

Con esa mirada que ya no puedo ver (lágrimas suicidas)

Con ese vestido blanco que viste tu cuerpo del mismo color.

Con ese "Sí, acepto" que no alcanzo a escuchar pero que le acabás de regalar en un tímido susurro a la persona que tenés a tu lado y al que acaban de declarar como tu legítimo marido.

25 septiembre 2007

Instantes


Existen instantes

que son únicos...


Son los mismos

que duran

únicamente

un instante

21 septiembre 2007

A mi prima Vera



Había pasado demasiado tiempo extrañando su presencia
(para mi buen gusto y el justo disgusto de los otros)
pero algunas frutillas en la cima del mejor postre se hacen esperar…

El aire comenzaba a cambiar y mis sentidos (en todos sentidos) lo percibían
es que existen recuerdos que no se olvidan
es que a los fantasmas hay que combatirlos con pasión
(aunque algunos de ellos tengan razón)

Los dos timbres sonaron renovados
aunque algunas cosas jamás cambiarán
sin embargo,
la sorpresa que sorprende
el beso que te besa
los ojos que mejor te miran, te observan, te recorren, te tocan
juegan con sus delicados relojes de arena
que marcan tiempos de otros siglos

Y es tan evidente que el almanaque anda mal
que el tren se detuvo en la estación antes de lo establecido
pero no nos importó
porque algunos azares valen la pena
(y también la vida)

No hace falta que lo grites
(imagino tu sonrisa y el brillo en cada flor)
porque lo mismo me sucede a mí
cuando te descubro al costado de mi viaje por otro mundo
y tus colores son tan diferentes
(entre tanta gente indiferente)


y aunque algunos nombres cambien
y aunque algunos rostros se desfiguren
y aunque algunos miedos no sean nuevos
y aunque algunos escenarios sean levemente distintos
la primavera sigue siendo…

14 septiembre 2007

Bajo la lluvia


Llueve
Llueve en la ciudad
Malos aires en Buenos Aires
Distintas gotas que caen sobre la gente
Distintas personas caen
Acribilladas por la lluvia

Llueve sobre lo seco
Llueve sobre lo mojado
Llueve también sobre mí
Y mientras sigo caminando bajo la lluvia
Camino y observo...

Observo a las personas mojadas por la lluvia
Algunas se enojan
Caminan maldiciendo a la gran nube llorosa
Otras matan cada gota con una cruel indiferencia
¿Están vivas?
¿Están muertas?
Están mojadas, pero no les importa
No les importa la vida, ni la muerte, ni la lluvia

Luego deambulan por debajo de la lluvia
Aquellos que la disfrutan
Caminan con los ojos entrecerrados y de cara al cielo
Las gotas se estrellan en sus rostros
Y son felices
Húmedamente felices

Otros aceleran su paso cuando la lluvia ya los alcanzó
Se apuran
Corren
Resbalan
Y hasta caen...
Como las gotas de lluvia
Que se abalanzan sobre la ciudad

Gente bajo los techos
Gente con enormes paraguas
Gente con enormes paraguas bajo los techos
Y otros sin paraguas y sin techos

Pasos ligeros entre la gente y la lluvia
Pasos de baile sobre las baldosas flojas
Pasos mojados se hunden en los nuevos charcos de Buenos Aires

Y entre tanta gente
Y entre tanta lluvia
Te busco

Porque imagino tu pelo lavado por la lluvia
Porque logro ver la luz que produce la lluvia en tus ojos
Porque abrazo la humedad de tu cuerpo
Porque deseo calentar tus manos frías por el frío de la lluvia
Porque pateo las cenizas que no se encenderán por estar mojadas
Porque en la lluvia te recuerdo

Y te busco
Y no te encuentro

Y la lluvia...
(bendita lluvia)
La lluvia disimula mis lágrimas
Mientras observo a la gente
Y lentamente me voy mojando a causa de la lluvia

11 septiembre 2007

365 días de PÁLIDOS REFLEJOS


Podría tomarme una pastillita de Memorex (si es que recuerdo dónde las dejé) y contar un montón de cosas que me fueron sucediendo y que fui experimentando a lo largo de estos primeros 365 días de Pálidos reflejos...


Entonces traería al presente aquel primer escrito que llevó por nombre “Génesis experimental”.

El honor de las primeras visitas que llegaron al barrio fueron amistosas, familiares y amoriles.
Y del mundo blog, en primer lugar se presentó Penélope, y en segundo lugar (todo un caballero él) fue el querido JIVA, es decir, él, escritor.

La primera imagen que apareció (que aprendí a poner) y que no fue otra que la de mi amado hijo Fede, el día exacto en que cumplió sus tres años.
Aunque después aparecería en otras varias ocasiones más, como su primer día de Jardín, o cuando actuó en la fiesta del 25 de mayo
(buuuaaaa… qué emoción!!!)

Y así, a medida que pasaba el tiempo fui dejando ver mi corazón, y ahí aparecieron mis abues, mi esposa Valeria, y también parte de la barra de amigos.

La primera canción que sonó (y sigue sonando) fue “Desconfío de la vida” de Pappo.

Mi alma se hubiese enojado si no publicaba un cuento que escribí por Malvinas.

Desgraciadamente, la vida interrumpida del docente asesinado Carlos Fuentealba fue también escrito obligado.

El día que renuncié a la escuela y le escribí a mis alumnos
Todavía me siguen emocionando sus respuestas, sus mensajes, y las más de ciento y pico de visitas que se registraron ese día, como nunca antes, como ninguna otra vez.

Los premios que recibí en forma de mimos, y hasta el regalo más original que alguna vez me hayan dado.

Algo raro (o quizás no tanto) es la tristeza que siento cuando descubro que un barrio se despidió del mundo blog, pero también la alegría de los reencuentros, y de los nuevos barrios (Huellas, Naimad, los tacones, las Pepinas, Hadas, Mostros, y tantos otros) que se unen a esta fascinante aventura literaria.

Y las fronteras rotas para llegar al Miami de mi querida Mucha, al Ecuador de Carlos (y la bella Evan por acá), a la Bolivia de María Cristina, el Chile de Bandera Blanca, el Perú de Sol y Pedro, la Venezuela de Lucila, el México de Clarice Baricco y el de Neres, la España de la guapa NadaQ y de don Dédalus, y tantos otros lugares que voy conociendo gracias a ustedes…

Pero también están mis vecinos más autóctonos, como Ferípula y su corazón a la vista, la tonada preguntona de Jake, la visión tan única como "bukowskiana" de Marce, el mundo mágico de Checha, la alegría de nariz colorada de Mireya, la sabiduría arrabalera de Tanguetto, el humor cotidiano de Willowcita, y tantos otros a los que visito y acompaño siempre que puedo.


Y también el nacimiento de mi otro barrio, “Sentires y decires”, donde la escritura juega con su otro amor, el periodismo.


La verdad es que tendría realmente mucho para contar y seguro que no estoy nombrando a muchos de ustedes (no me alcanzan las disculpas), pero sigo sin encontrar la pastillita de Memorex, y además quiero tener todo listo para cuando vengan ustedes, mis queridos invitados (sin necesidad de invitación alguna).


Les mando 365 besos y abrazos
(que cada uno vea que se agarra)

Y será hasta la próxima…

(y que hoy sea justo el Día del Maestro... no es más que otro de esos juegos del azar, jajajajajajaja)

05 septiembre 2007

En la estación


Recuerdo haber asomado la cabeza por la ventana del tren.
Vos estabas sentada en la estación, sola, y llorabas.

De pronto la estación comenzó a desaparecer, y vos también.
Todo se volvió oscuridad y nunca más te volví a ver.

Ya eras parte del pasado que no vuelve.
Ya eras parte del olvido que no se recuerda.


Y el tren todavía no se había puesto en marcha.