25 septiembre 2008

Ella y él


Ella se pierde en los jardines
Él se pierde en la ciudad
Ella se busca en los espejos
Él se busca más allá
Ella no quiere ser humana
Él no quiere ser un simple mortal

Ella lo quiere amar
Él la quiere amar

Ella no sabe qué es gozar
Él no sabe qué es matar
Ella quiere sentir
Él quiere vivir
Ella no quiere temer
Él no la quiere perder

Ella lo quiere amar
Él la quiere amar

Ella no se va a ir
Él no sabe por dónde seguir
Ella tiene ganas de viajar
Él la quiere acompañar
Ella no quiere más sufrir
Él sólo quiere ser feliz

Ella lo quiere amar
Él la quiere amar


Alguien les tendrá que avisar...

12 septiembre 2008

Con empuje

Por cuestiones del tiempo y de la vida (me refiero más precisamente a estar harto de los cambios climáticos y los sopapos a la vuelta de cualquier esquina) es que estoy pensando (muy) seriamente en depender de mis propios errores y no de los aciertos ajenos. Pendiente de terceros de cuarta me olvido de mis segundos de primera.

Estos días estuve haciendo cuentas, estudios de mercado, sacando posibilidades, y tramando mil y una formas de poder cumplir con mi cometido… Un petit emprendimiento que no sea tan petit.

Y casualmente, o por esas jugarretas del autor del destino, anoche me llegó por correo una historia que me dejó casi sin dormir ya que sentí que iba dedicada enteramente hacia mí, y así me quedé buscando la solución para el problema primario de la pequeña suma que permita el puntapié inicial.

Comparto con ustedes la historia que me mandaron:

Un millonario estaba dando en su mansión una de sus habituales fiestas en la que no falta nada y por esa razón no falta nadie a las mismas.
El tipo (como para que se hagan una idea) tenía un auto para cada día de la semana, casas en distintas partes del mundo, y demás gustos monetarios. Pero una de los más extravagantes que poseía, era un estanque disfrazado de laguna pantanal, donde criaba sus admirados (y salvajes) cocodrilos.
Como los exquisitos vinos y el champagne frío y burbujeante no tenían fin y ya habían logrado su efecto, el anfitrión tomó la palabra y ante la aguda atención de sus invitados anunció que aquel que se atreva a cruzar a nado la piscina y llegar sano y salvo al otro lado, se hará acreedor de gran parte de sus autos, casas, y demás fortunas.
En eso se escucha el sonido de alguien que se zambulle y comienza una furiosa pelea entre la vida y la muerte.
Los cocodrilos avanzan para alcanzarlo y el hombre lucha por sobrevivir.
Sus fuerzas parecen desvanecerse pero consigue golpear a las bestias que quieren saciar su apetito carnívoro.
Finalmente, y luego de unos minutos eternos, el hombre llega, deteriorado pero con vida, al otro extremo de la orilla.
El excéntrico millonario lo saluda y felicita por su valentía y le ofrece sus premios. Pero este, para sorpresa de todos, anuncia que no quiere ni sus autos, ni sus casas, ni sus millones.
—Pero entonces, ¿qué es lo que quiere?
Empapado y casi sin poder hablar, responde:
—Encontrar al pedazo de hijoderemilputa que me empujó al agua.


La moraleja sería que somos capaces de realizar muchas cosas que no imaginamos.
Sólo necesitamos de un empujoncito.
(y a veces también de algún hijoderemilputa)


Ahora habrá que ver que sale de todo esto, ya que estoy muy entusiasmado, y además… (¡¡¡Siento que me están empujando!!!)