Porque siempre hay un regreso...
...y el pájaro de hierro cumplió con su promesa de dejarnos en tierra firme y a salvo, a pesar de la altura y las nubes bajas.
Finalmente llegó el final de un mes de vacaciones en el que el descanso fue el rey absoluto y la carga de energía necesaria para un 07 (el año, no el agente) que no se sabe con qué se vendrá bajo las hojas de su almanaque.
Si me permiten, y haciendo uso del eco de la repetición, aseguro que pasé una pausa maravillosa en familia, amistad y soledad, que son los tres estados de compañía que me acompañaron sin hacer sombra.
Y aunque resulte extraño, ya estaba extrañando todo lo que amo y detesto de este Buenos Aires de diversos aires que respiro para sentirme vivo.
Será por eso, esto y aquello, que al llegar a la ciudad que me vio de ida y vuelta para ser recibido por ese calor abrasador que me abrazó, me sentí igualmente feliz de regresar a mi casa
a alguna casa
para encontrar a esa princesa vampira
que respira
que respira y me mira
(Gracias AC)
Y a los que abandoné por alguna causa perdida que ya encontré…
Y a los que no se les cumplió mi deseo del no regreso…
Y a los que me esperaban para saldar alguna deuda…
Y a los que se alegraron del ida y vuelta…
Y a los que siguen estando…
Y a los pacientes que enfermeron de impaciencia…
Y a los que se mantuvieron distantes y sin fronteras…
Y a los que ya comienzan una vez más…
Y a los locos que continúan sueltos…
Y a los que volaron corchos para seguir festejando…
Y a los futuros críticos sin remedios…
Y a todos ustedes a los que estoy mirando a través de las letras desordenadas…
…les comunico que más allá de la palidez, los reflejos se encuentran nuevamente frente a ustedes.
Para bien o para mal, ya veremos de qué se trata todo esta vez.