02 abril 2007

Islas Malvinas - (2 de abril de 1982)



Voy corriendo por entre esos trozos de tierra pelada que le dan al lugar un aspecto de abandono que no concuerda con la realidad. Por más que lo intento no puedo correr como quisiera. Siento un peso descomunal en los pies que me impiden el movimiento rápido, como una carga que no debería llevar y a la que intento patear, pero de manera inútil. A veces tropiezo con mis propias piernas o con alguna piedra y hago todo lo posible para no caer. Quién sabe si lograría levantar vuelo una vez que hubiese tocado la tierra con todo mi cuerpo. Sigo corriendo y el paisaje que tengo a mis costados se va desdibujando, se vuelve borroso, no se entiende, no lo comprendo. El ruido es incesante, ensordecedor, en este lugar Dios no creó el silencio, y me temo que algunas otras cosas tampoco.

De pronto hace su aparición un pequeño milagro. Voy deteniendo la marcha poco a poco hasta quedarme completamente inmóvil. No se escucha nada, sólo el eco de los últimos sonidos que continúan silbando en mi interior. Aprovecho a respirar ya que nadie puede asegurar por cuánto tiempo más se podrá seguir. Giro mirando a mi alrededor y es como si el planeta hubiese detenido sus vueltas, como si la pausa fuese universal, como si esta fuera la única manera que existe de poder demostrarme que sigo estando en este extraño mundo.

¿Cuánto tiempo habrá pasado? ¿Más de veinte años, unos cuantos meses, algunas semanas indefinidas, un impar de días, unas pocas horas, algunos escasos minutos? La verdad, si es que hoy alguien puede jactarse de tenerla, es que pasaron menos de cuarenta segundos desde el último sonido hasta el primero de esta nueva serie infinita. En el medio, de entre la maleza, apareció la figura del flaco Ramírez mirándome a los ojos como un tigre agazapado con alma de gato casero. Se paró sobre sus dos piernas delgadas, cada vez más delgadas, y me saludó con su habitual gesto de levantar su mano derecha por encima de su cabeza, por encima de su casco descolorido. Y fue en ese preciso momento que los silbidos de finales explosivos empezaron nuevamente a sonar. Cuando comencé a gritar, el cuerpo del flaco se desplomaba hacia atrás. Entonces corrí dos, tres, cuatro, cinco pasos, hasta que sentí ese dolor desconocido en mi hombro y caí de cara contra la tierra. Desde el cielo cubierto de nubes, cientos de gotas también comenzaron a caer...

La habitación se encontraba bastante ordenada a no ser por la cama que era un campo de batalla. La frazada había desaparecido de su lugar y la sábana se encontraba hecha un bollo a los pies. La almohada había volado más allá de la mesita de luz, y yo, después de correr esos pocos pasos, fue cuando caí, de cara contra la alfombra.

Entró rápidamente mamá a mi cuarto y me ayudó a levantarme del suelo mientras me decía de los peligros de estas camas tan altas. Me había preparado el desayuno que más me gusta y dejó la bandeja a un costado mientras iba a buscar la almohada y levantaba la persiana que dejaba ver el día y su mundo exterior. En cualquier momento se pone a llover, dijo mamá, y en ese comentario en voz alta creí adivinar una queja, una resignación, algo que no logré retener en mi cabeza y que lo corté al querer contarle sobre el extraño sueño que tuve. Fue horrible, le dije mientras ella me miraba con sus ojos café con leche, porque estaba en un lugar lejano, desconocido para mí, y el ruido de las bombas, de las balas, los gritos, y yo corría pero sin poder hacerlo realmente y sin ninguna dirección, porque ahí todo era guerra, y lo peor es que no sabíamos qué defendíamos ni qué atacábamos. Mamá se acercó y se sentó sobre la cama. Me acarició, con sus manos suaves, el pelo y la mejilla y me dijo que me quedara tranquilo, que ahora ya estaba bien, que no tenía que preocuparme por nada, que ella siempre me cuidaría.

Pero era horrible, volví a decir como una manera de poder descargarme del todo, completamente, porque en el sueño aparecía el flaco Ramírez y...

Y fue en ese preciso momento cuando apareció debajo del marco de la puerta de mi habitación, el flaco, saludándome con su habitual gesto de levantar su mano derecha por encima de su cabeza, por encima de su casco descolorido. Por la ventana se podía ver que había comenzado a llover, y fue cuando me di cuenta que la alfombra se había vuelto a convertir en la realidad de la tierra, que la habitación era nuevamente el campo de batalla, y que el desayuno de mamá era un hermoso sueño que contrastaba con esta realidad, la de esta herida mortal que causaba el dolor desconocido sobre mi hombro, y este último momento para poder soñar mientras caía pesadamente de cara contra la tierra.

15 comentarios:

Gasper dijo...

Este cuento lo escribí hace dos años para el diario en el que trabajaba.
Y hace un año, fue representado por algunos de mis alumnos en la escuela.

La cronología es porque al decidir hoy publicarlo acá, me sigue provocando las mismas lágrimas al sentir que este personaje imaginario bien pudo ser real. La de un chico que seguía necesitando de los mimos de la madre, de la protección de sus mayores, de juegos y proyectos inconclusos por haberle entregado a cambio un arma con el cual defenderse de un enemigo invisible, con el cual atacar a un enemigo inexistente.

Hay una película muy conocida acá en Argentina que se llama "Los chicos de la guerra", y lo más cruel es la realidad de ese título. Porque eran chicos...
Chicos recién salidos de la secundaria...
Chicos que estaban de novios...
Chicos que tenían un montón de años por delante...
Chicos que eran simplemente chicos...

La guerra en Malvinas dejó una nueva ausencia de jóvenes, un vacío imposible de llenar, una amargura eterna, una marca latente, una historia triste, una herida incurable.

Simplemente quise a través de este cuento expresar lo que siento ante las guerras que suceden en cualquier parte del mundo.
Pero sobre todo de esta guerra que, 25 años después, me sigue provocando un dolor inmenso que se deja traslucir a través de estas lágrimas.

*AntagoniSta* dijo...

Solo dejo mi silencio vestido de luto, y éstas lágrimas escondidas en algun cajón consecuencia de esa maldita página de historia que arrasó con una jóven y frágil hoja de mi árbol sanguíneo.

Un beso triste, y pétalos al aire con todas las iniciales de aquellos.

Gracias por el regalo, voy en busca de esa poesía.

Virginia dijo...

Querido Gasper,

es un cuento precioso
en toda su crudeza
y su triste realidad
y si...
la lágrima viene
un beso con nunca más

Isabel dijo...

Me tocaste lo más hondo de mi alma,porque, nunca, ninguna guerra debió comenzarse...
El hombre contra el hombre,ante el absurdo, el terror y la muerte...
¿Quién me lo explica?...
Muy bueno,muy necesario,Gasper...
Decía Juan Salvador Gaviota "no aprendas nada y el próximo mundo será igual que éste"...
Aprendamos de una vez.
Un pacífico beso...

Recomenzar dijo...

Lo recuerdo como si fuese hoy..en ese momento estábamos viviendo en Miami y mi marido aún vivia...y tomó la desicion de volver a la Argentina..por el dolor que esto le causaba..volvimos y vivimos algun tiempo en Belgrano y avenida de los Incas..
Pero lo importante de todo fue lo que uno siente cuando algo asi pasa y estas fuera de tu tierra. la desesperacion de volver para ayudar??????? no lo sé pero tu cuento muchachito me tocó de cerca llevandome a mi pasado..que a veces trato de no recordar.porque sabes?????a pesar que solo han pasado 4 años lo sigo extrañando fue el hombre de mi vida y Las Malvinas siguen siendo argentinos¿no? Piel a piel muchacho seguimos viviendo. y gracias por captar tan bien mis estados de ánimo--- porque eso es mi escribir- estados mentales.besos

oriana dijo...

A veces se les roba los sueños y la misma vida a unos chamos que de lo único que tienen conciencia es de su comida, su novia, sus fiestas y sus padres.
Por lo menos algunos tienen el chance de soñar, aunque sea por unos segundos, con esa otra realidad que extrañan.
Las guerras siempre dejan tragedia y desolación; sea que ganes o pierdas, lo malo no se borra tan fácilmente de la memoria.
Es muy realista el cuento, casi di un suspiro de tranuqilidad cuando el chico estaba con su mamá, pero luego me di cuenta que eso era precisamente el sueño... :(
Un abrazo!

Silvana dijo...

Lo importante es no olvidar, esto tambien es nuestra historia!!

Recursos para tu blog - Ferip - dijo...

Sabía que no podía dejar pasar este día sin venir a tu blog.
Y sabía que ibas a hablar de ellos...de los soldados.
Tu homenaje: me sumo, amigo Gasper.

Hoy he visto tanto documental...hasta ahora estoy viendo...y me es incomprensible la contrariedad permanente en nuestro país. Con tanto pasado...por qué este presente? Es que acaso esas víctimas del capricho y el autoritarismo no han sido íconos para los siguientes gobiernos?

Hoy en democracia... no seguimos víctimas de la corrupción electoral, bailando al compás de los oportunistas y las oportunidades ??? a ver quién se lleva más...a ver quién gana...a ver... aver!!!! Si el pueblo sigue sacrificando sus vidas, apostando al futuro, estudiando, comprando...para que estos seres que gobiernan se coman los impuestos y se compren casas...en el exterior!!!!Inundaciones, descaro, dolor, dolor!!!!
Me parte en dos.

Estamos de duelo. Permanente duelo, hasta que no se levante un gobierno que honre de verdad a los muertos y a los vivos, que aman a nuestra querida Argentina.

Mañana, a trabajar...por ellos, por nosotros: enseñemos, la verdad. Aunque cueste.

Un abrazo! Gracias por tu historia.
Miremos las cicatrices, no olvidemos. Para no ser nuevamente heridos y engañados.

Alicia dijo...

Este cuento es maravilloso, Gásper. Y el final es tristemente hermoso... su último recuerdo antes de caer por última vez.

Malvinas es un sentimiento muy fuerte y, personalmente, me toca muy hondo.

Me alegra ver aquí también, un homenaje tan bello.

Besos patriotas.

modes amestoy dijo...

momentos difíciles para que los juzguemos desde fuera. Con respeto, que superemos estos temas.
Un abrazo

Gasper dijo...

Antagonista: Gracias por pasar y dejar tu presencia de manera tan transparente.
Tus palabras son un verdadero homenaje para todos ellos
Te mando un beso grande

Virginia: Realmente son esos escritos que uno nunca hubiese querido realizar.
Y espero que jamás, que nunca más se repita algo así.
Otro beso para vos

Isabel: Justamente de eso se trata, de aprender, de no volver a realizar las estupideces del pasado.
Acá en Argentina desde hace unos meses hay algunos problemas con Uruguay debido a la instalación de una pastera sobre la orilla del Río Uruguay y sus efectos contaminantes... para todos.
Lo que se hace en este caso, a modo de protesta, es cortar los accesos a Uruguay.
Y debido a esto, algún
"comunicador social" habló de una futura guerra contra ellos.

De esto se trata, de estar atentos, de enseñarles la histortia a los más chicos, porque lamentablemente se pueden cruzar con personajes que siguen pensando en la matanza de "enemigos" como una forma de solución.
Te mando otro beso

Mucha: Bueno, evidentemente el pasado sigue estando por más que nos encontremos en el presente mirando hacia el futuro.
Gracias por compartir tu historia, tus palabras, tus estados... y todo lo demás.
Te mando un beso enorme directo hacia vos

Oriana: Los sueños no sólo se los quitaron a muchos de esos chicos de un disparo. Y a la mayoría que regresó, 25 años después de terminada aquella estúpida batalla, le siguen robando y quebrando los sueños.
Es muy triste ver a estos hombres que ahora rondan los cuarenta y cinco años, tan envejecidos, tan nuevamente derrotados, tan desprotegidos, tan abandonados...
Te mando un beso grande

NeoNativa: Eso es, de eso se trata, de NO OLVIDAR.
Es nuestra historia...
Un beso grande para vos

Ferípula: Supongo que nuestra pequeña misión es mantenernos despiertos y hacerles abrir los ojos a los más chicos, al futuro, por más que muchos prefieran pasarlo por alto y convertirlo en un oportuno feriado.
Y sí... en nombre de ellos, y de todos los demás también, debemos continuar andando, debemos continuar despertando, debemos continuar viviendo.
Besos para vos, Feri

Alicia: Querida Ali, gracias por pasar.
Ya te escribí lo que pensaba ahí en tu barrio, pero quiero repetirte que me encanta tener tu nombre, tu lugar entre mis barrios preferidos y encontrarme también con tu homenaje con música de fondo.
Es un verdadero placer tenerte cerca.
Te mando un beso que deje la marca de la patita de la paloma.

Modes Amestoy: Nosotros estamos adentro, y por eso un cuarto de siglo después las heridas siguen doliendo.
Supongo que el tema se superará, no cuando se reconozca la Soberanía sobre las Islas Malvinas, sino cuando los gobernantes del mundo dejen de realizar e inventar guerras como una solución efectiva (y siempre teniendo en cuenta que además ellos jamás participan de las mismas)
Un abrazo

Alicia dijo...

:)

Clarice Baricco dijo...

Siempre dolerá leer este tipo de textos porque sabemos que no es ficción. Pero me alegra al menos saber que tus letras son un grito de libertad ante la impotencia.
Conmovido relato.

Te pido disculpas que no he venido a tu casa, de momento me ha llovido duro.

Sigo en tus letras.

Gracias.

Abrazo

Lis dijo...

Un abrazo,
nada más,
el duelo persiste

Anónimo dijo...

Hola...soy profesora de literatura y me gustaria usar este cuento para un acto..podría??
respondeme a yavita@ciudad.com.ar
gracias!! y saludos