31 octubre 2006

imágenes

siempre estás por acá
y a la vez no lo estás
y siento que te toco
y no te toco
y siento que te beso
y no
y siento que por momentos te tengo
pero sé que no

y mi ánimo cambia
y salgo a caminar
y prendo un pucho mojado
y vuelvo a casa
y todo sigue igual
y te comienzo a extrañar
porque estás acá
porque no lo estás

25 octubre 2006

Efeméride

Podría mentir y decir que recién cuando me levanté a la hora de los regresos borrachos de otros tiempos, al ir a buscar el desayuno en cuotas a la cocina, al arrancar la hoja del almanaque, me di cuenta que hoy era el día de un (posible) nuevo aniversario.

Es que hace ya varios años, dentro de un tiempo incalculable e inestable, sin cálculo ni redes me encontré de manera sorpresiva con tu mirada chocando con la mía. Tu sonrisa dulce, mi gesto exagerado, tu pelo en movimiento, mi saludo caballero, tus palabras suaves, mi respuesta sincera, tu perfume invasor, mi piropo improvisado, tu timidez fingida, mi paso hacia delante, y finalmente nuestro encuentro en forma de beso y el comienzo sin final a la vista de cualquier horizonte lejano.
El cielo se encontraba totalmente despejado al igual que tu mirada inmortal y la primavera, a la que todavía le faltaban un par de estaciones para llegar, se dejaba sentir en el aire que respirábamos y nos envolvía.

Sí, un día como hoy fue el comienzo de nuestra relación, tan intensa, tan inocente, tan dolorosa, tan cruel, tan verdadera, tan especial. Los diarios con sus titulares color sangre no nos interesaban. La burbuja andaba a la perfección y en ella recorríamos un mundo armado a nuestra medida y gustos. Los libros empezaban a acumularse formando una montaña de trabajos atrasados, y desde ahí arriba nos podían ver los demás mortales que nos arrojaban sus envidias inmortales como afiladas jabalinas de juegos griegos. Y nosotros, ocupados en otras cuestiones que tenían que ver nada más que con nosotros, no alcanzábamos a esquivar algunos lanzamientos certeros y las heridas comenzaban a desnudarse. Pero seguimos avanzando por un camino que de pronto se hizo cuesta arriba y nosotros empecinados en ascender mientras nos divertíamos con las cosas sencillas de este universo complicado. Una estrella fugaz, un café con crema, una plaza deshabitada, un llamado interrumpido, un disco acompañado, una canción desesperada, una mascota de peluche, un caramelo sin envoltorio, un chocolate relleno, un bar de mesas reservadas, un paseo en colectivo, una caminata lunar, un beso sin explicación.

Un día como hoy, y durante un tiempo sin cuentas, arrojamos los relojes al fuego. Los días, las tardes y sus iluminadas noches eran nuestras por contrato. Las dos firmas y la letra chica sin necesidad de lectura. El comienzo de una nueva época que no alcanzó a dar inicio nos encontró envueltos entre sábanas y rodeados por paredes blancas. De fondo, una radio olvidada anunciaba un nuevo gol que luego sería anulado por posición adelantada. Pero nosotros lo festejamos de igual manera saltando por entre los adoquines, sentados en un escalón que no lleva a ninguna parte, hablando durante largas horas a larga distancia, con algunos sueños convertidos en sueños para siempre, con el abrigo de la soledad durante las noches que llegaban con un frío de inviernos crudos.
El abismo nos invitaba a pasar y tan inconscientes como nuestros paracaídas sin usar, dimos un paso al frente y en caída libre. Otras hinchadas festejaron y nos mezclaron con sus falsas banderas. Un nuevo mundo de multitudes nos separaron. Quedamos muy lejos el uno del otro. Las llamadas no eran contestadas. Las cartas no eran leídas. Los gritos no eran escuchados. Las palabras no eran comprendidas. Las miradas no se alcanzaban a encontrar.
Y todo se agudizó cuando una sombra te cubrió con una realidad que no era la que buscabas (a lo largo de la historia de la humanidad siempre existieron buenos vendedores de espejitos) y vos te fuiste con tus lentes de sol.

A diferencia de aquel día que dio principio a tantos finales, ahora por la ventana veo llover. Cuando no hay música acorde, siempre la lluvia pone su sonido de fondo, húmedo y oportuno, para momentos de esta naturaleza. Y esta escenografía que ahora me acompaña me obliga a preguntarme por vos… ¿Dónde estás? ¿Qué es de tu vida? ¿Alguna vez volví a pasar por tu mente? ¿Te acordaste de algo cuando descubriste la fecha de hoy en el almanaque? ¿Pensaste alguna vez en…?

Hoy me levanté pensando que iba a ser un día igual a los demás días sin distinción alguna, pero el almanaque me demostró lo contrario. Hoy es el aniversario de una fecha especial para nosotros, pero por suerte ya no le doy importancia. Después de mucho tiempo, por fin logré sacarte completamente de mi cabeza, de mi vida, de mi alma.

Después de ver la fecha marcada en el almanaque y mientras por la ventana se puede observar la lluvia que continúa cayendo en forma de lágrimas (vaya coincidencia), puedo asegurar que ya no me afectan los días, como el de hoy, en los que tu imagen se aparece nuevamente en mi vida para recordarme mis supuestos olvidos sobre aquel pasado que alguna vez tuvimos en común. Aunque el almanaque, aunque la fecha, aunque la lluvia, aunque los recuerdos, aunque estas lágrimas insistan en querer demostrar todo lo contrario.

19 octubre 2006

Haciéndome la película

Entré al cine y me acomodé de manera estratégica en una de las butacas del medio.
Algunas luces se apagaron y me recosté hacia atrás.
Un amor, un desencuentro, la ruptura...
Mis lágrimas brotaron al sentirme protagonista de la desventura.
Mucha velocidad, el vértigo en la cara, y una frase fuera de contexto.
Solté una carcajada que se confundió con las antiguas gotas de sal.
El paisaje era realmente hermoso detrás de la ventana.
Descorchaban una buena botella y el aroma llegaba a mi alma.

Las imágenes se iban sucediendo una detrás de la otra.
Mis sentimientos se iban mezclando con cada escena.
Traté de calmarme...

Las publicidades habían terminado y ya comenzaba la película elegida.

15 octubre 2006

Tercer aniversario de vida

Hoy se cumplen tres años desde que apareciste en mi vida para dar vuelta mis cajones, desordenar mis cuadernos de otras escrituras, y hacerme ver al mundo desde otro punto de vista.
En realidad la revolución comenzó tres años y (masomenos) nueve meses atrás, pero fue recién cuando te pude mirar a los ojos que entendí quién sería de ahora en más el dueño absoluto de mi vida más allá de la vida.


Y ahora el mate se me enfría por atender a tus inquietudes y demás preguntas filosóficas (¿por qué la cebra usa esa remera a rayas?).
Y ahora las noches son interrumpidas con tus excusas y yo llego tarde al trabajo con las mismas excusas.
Y ahora me doy cuenta que las noticias policiales a veces son menos sangrientas que algunos cuentos infantiles.
Y ahora entre mis discos de rock aparecen piñones, líneas aéreas, canciones jardineras y otras que ya aprendí a canturrear.
Y ahora tengo la excusa perfecta para ver los dibus sin que nadie me mire raro.
Y ahora mis mareos son por acompañarte a la calesita.
Y ahora el arco iris tiene tantos colores como mi alma.
Y ahora los domingos y feriados amanecen demasiado temprano.
Y ahora le encontré sentido a algunas palabras de mis viejos.
Y ahora vos dejaste el babero y yo lo sigo usando.
Y ahora las estrellas no son tan lindas y brillantes como tus ojitos.
Y ahora siempre camino tropezando con algún juguete.
Y ahora mis deseos son todos para vos.
Y ahora mis horarios tienen tus relojes.
Y ahora tengo que dejar de escribir porque querés que veamos (otra vez) la peli de tu gran amiguito Whinnie the Pooh…

Pero antes te quiero decir que estás lágrimas son de emoción por lo tremendamente feliz que soy desde que estás acá en mi vida.

Te amo, Fede.
Te amo, hijito querido.

08 octubre 2006

Fumar H-Mal

Tomó de su cartera de mujer un costoso encendedor.
La llama encendió el cigarrillo.
Con sus largos y delicados dedos se lo acercó a la boca.
Sus labios lo besaron con suave firmeza y aspiraron.
El humo salió como un diablo invadiendo la habitación.
Las cenizas caían libres al compás de la brisa que entraba por la ventana abierta.
El ritual del beso cargado de humo se repitió una y otra vez.
Por último, el cigarrillo, intacto, quedó apoyado sobre el cenicero de madera.
Ella había desaparecido.

Las cenizas y la cartera de mujer era lo único que quedaba en la habitación.
La venganza del cigarrillo había sido implacable.

03 octubre 2006

Entre sueños y ensueños

Día extraño, difícil el que se presentó hoy, desde tan temprano…
Me viniste a visitar en sueños, pero en uno de esos que al despertar tenés las marcas todavía latiendo, sangrando, gritando de dolor y de placer.
Cuando abrí los ojos me sentí envuelto en un dulce despertar, pero que en un segundo pasó a amargarse por darme cuenta que se trataba de un maldito e inconsciente sueño, y encima cuando me dispuse a darme vuelta y volverme a dormir, el gallo electrónico sonó como si estuviera anunciando el fin del mundo y no, simplemente, que ya era la hora de levantarme.
Después de apagarlo contra la pared más cercana, me estiré con ganas y fue cuando sin querer te toqué la espalda. Estabas profundamente dormida, inmensamente hermosa, vestida únicamente con la sábana de seda que descansaba a tus pies.
Entonces me quedé mirándote, disfrutándote, pensándote, recordándote, imaginándote…
Me acerqué a tu cuerpo de curvas peligrosas y quise darte un beso en esos labios entreabiertos, pero el pelo que te caía salvajemente sobre la cara me hizo cosquillas en la nariz.

Estabas acá, compartiendo mi cama, la misma en la que tantas veces te soñé.
Estabas acá, con tu cabeza en parte de mi almohada, la misma a la que tantos secretos le confesé.
Y entonces, mientras la ciudad comenzaba también a despertar, me di cuenta que el sueño continuaba y no le di mayor importancia al mundo exterior. Ahora me interesaba nada más que este mundo que nos encontrábamos compartiendo.
Quité el pelo que cubría tu rostro y te di un beso. Tu boca me respondió y abriste los ojos.

Me miraste dormida, sorprendida, encantada.
Yo te sonreí y te dije que te amaba. Vos me dijiste lo mismo, pero sin palabras.

Por la ventana se podía ver la lluvia que comenzaba a caer sobre esta extraña primavera.
En el espejo pude ver las lágrimas que la lluvia confundió cuando me tuve que ir a trabajar.
Y entre tanta gente me quedé solo, más solo que la noche anterior, mientras vos te volvías a escapar.


Ya de noche, ya de regreso y en casa, me estás esperando como siempre, como todos los días.
Nos extrañamos tanto que es un alivio que estemos nuevamente juntos los dos.
El cielo nos envuelve con su manto oscuro y nosotros nos desenvolvemos entre las sábanas.

Día extraño, difícil el que se presentó hoy, desde tan temprano…
Pero todo cambia cuando por fin nos (re)encontramos y volvemos a empezar.